sábado, 8 de noviembre de 2014

Cuando Edgar entró a comer cazuela de mariscos...





Historias de reciclaje en Colombia
Edgar Judex
   Aprendió de sus hijos el reciclaje. Edgar Judex, tenía 32 años cuando quedó sin empleo.

Escoge la noche, por la ruta a Fontibón. Nunca sabe si encontrará material. No tiene convenio con edificios ni conjuntos residenciales. Tiene una cicatriz en la rodilla como consecuencia de un accidente. Transita por la calle trece la vía por donde ingresa las importaciones a la capital de Colombia. Su noche transcurre entre tractomulas y otros vehículos pesados que pasan atemorizantes junto a su carro de madera. Las ocho ruedas que pasan cerca a él, producen una corriente de succión, que amenaza con tragárselo. Esta ruta es infame: no tiene aceras, ni puentes peatonales.

Sale a recorrer con su hijo Junior Judex, forma parte de acuerdos de corresponsabilidad. El reciclaje del vidrio tiene sus inconvenientes, lo pagan más barato que el papel. En ocasiones es demasiado peso por menos dinero. Entonces deja aparte las botellas, que pueden comprar como tal y que se pueden reutilizar. Las botellas vineras, las de aguardiente y las de bebidas gaseosas. Está pendiente de ir al autódromo de Tocancipá a esperar la botella con la que chorrea desde el podium el piloto ganador:"por una de esas me dan tres mil pesos, usted dirá que es poca plata; pero para mí es un tesoro".

Ha tenido tres accidentes. Muestra la rotura de su rodilla. En su segundo caso recuerda que un camión pasó por encima. Se salvó porque las llantas rodaron sobre su carro y Edgar Judex con el impacto terminó debajo protegido por su propia carcaza mientras el estruendo pasaba por encima. "No podía reclamar, lo que dijeron fue: ese es un desechable y la policía ni prestó atención".

"En este trabajo, soportamos primero la discriminación. No nos dejaban en ningún lado, la gente protestaba si entrábamos a un edificio, aunque en muchas partes sigue siendo así. Pero cómo es que van a dejar entrar a un indigente, después nos roba, decían. Luego de tanto vernos las caras se familiarizan con uno. Al organizarme llegué con uniforme, de esa forma, ya era un referente ambiental. Entonces la gente empezó a ablandar y a dejarme aparte las botellas, objetos de vidrio. A regalarme cosas. Vea, un día un señor me pidió que le ayudara a sacar una madera. Le dije:¡listo! le saco todo eso. Como no debía dejarla tirada en la calle, fuí y hablé en un asadero de carne. Descargué allá esa cantidad de palos. Era mucha leña, Dios mío. Entonces al final en el restaurante, como agradecimiento, me dieron tremenda porción bien adobada, dorada y con ají, un almuerzo completo. Siempre quise tener un televisor de 32 pulgadas, soñé con eso. Regresé a la casa del hombre al que le desocupé el sitio. Me dió una plata. Me dijo: llévese eso. Era un televisor pequeño. Señor muchas gracias, fue lo que contesté. Me despedí. Entonces me dijo: "Hey, hey,espere... ese también es suyo". Volteé a ver. Era una pantalla grande, tan grande que tocó sacarla entre cuatro. Lo encendí en casa... y funcionó, todavía lo tengo...es un Sony... ahora aspiro a uno de luz led, de los planos, sé que lo voy a conseguir".


Trabaja con Cooperativa Rafcol, una organización que cumple con normas organizativas y que agremia a trescientas personas. Edgar Judex cree que el paso más importante consistió en que se reconociera a los recicladores como trabajadores. Su jornada transcurre hasta las dos de la madrugada... sale con Marisela Vega, su compañera. Siente vergüenza porque a veces es ella quien carga y arrastra el carro. El tiene tres hernias discales. Entre ellos hablan sobre tanto tiempo que demoraron sin conocer las leyes que los favorecían... como también piensa en que una noche parado frente a un restaurante miró y se propuso a comer una cazuela de mariscos. Vio el precio y todos los dias comenzó a ahorrar... mil y dos mil pesos, "a veces me descuadraba...porque necesitaba algo y descompletaba... hasta que un día... miré los billetes: dí un salto y dije: ... mañana es el dia..." Fue su gloria en la Pescadería Pacífico... "Bienvenido señor..."



Texto: Nelson Sánchez A.

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