Carmenza Mora |
Los carros esferados eran ingenios de madera aspera. Un eje controlaba la dirección. Se manejaba con un lazo que hacia las veces de manubrio. Hacían los giros que eran para los niños como ir en fórmula uno. El carro era el contenedor de la carga: Estos vehículos se incorporaron al paisaje urbano de la capital colombiana. Las ruedas de acero vetusto iban sobre el asfalto, sorteando en la via pública a los automóviles. Un pedazo de llanta era el freno, y el acelerador era el impulso con los pies. Igual que el logo del Mercedez Benz, los esferados tenían sus propias insignias, la cabeza de un muñeco o el escudo del equipo de futbol. La princesa tenía un cojín.
Carmenza Mora viajaba conociendo el mundo. Su hermana ponía una botella de plástico con su provisión de agua y una muda de ropa para el día. A los siete años, Carmencita aprendió a conseguir sus propias monedas cuando recogió las primeras botellas y los primeros kilos de cartón: "mamá nunca nos pedía, ni nos quitaba la plata".
Durante una marcha, con su hermana Concepción, ella le enseñó el oficio de reciclar. |
Empezó a formar de la mano de obra infantil en la población botellera. Su vida toda era ese trasto de ruedas que empujaba su mamá. En el carro esferado consiguió a su primer novio. sus tres hijos. Con botellas, cartón y papel los críó y los hizo universitarios. Entendió que podía sola y que podría sobrevivir sin hombre. Aceptó un nuevo embarazo. Carmenza es madre de Bryner Santiago de seis años. El ya sabe que las botellas son en plástico pet y también en vidrio. Sabe que su mamá clasifica los materiales. Que ella recibe el material en unas lonas grandes.
Es la tercera generación que hereda esa sabiduría y una forma de vivir transmitida en el mundo urbano.
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